Me encantan las personas sensibles.
Reales, sin disfraces ni fachadas.
Aquellas tan valientes que no le temen al sentir.
Aquellas tan osadas que les sobra el coraje
para continuar viendo belleza a su alrededor.
¡Qué dicha ser sensible!
Qué dicha ir por la vida observando
lo que otras personas no.
Qué dicha ser emocional en estos tiempos de cartón.
Qué dicha que te señalen por ser diferente.
Qué dicha estar presente.
Qué dicha estar consciente de cada detalle y,
aún así, seguir creyendo en la bondad y el amor.
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